En 17 años, Lola Lamas no ha tenido ni un solo día de descanso; son los mismos que hace que su hijo, Jorge Naveira, empezó a notar que le costaba mantener el equilibrio. "Era soldado profesional, pero lo tuvo que dejar", explica la madre. De la noche a la mañana, no podía mantenerse erguido y desestabilizaba con ello a sus compañeros de filas.
Con un grado de discapacidad reconocido del 75%, Jorge, de 34 años, tiene aprobada desde hace cinco años la ayuda para dependientes que le corresponde por ley. "La solicitamos en 2006, la volvimos a pedir en 2008 y en 2010; hace poco volvía a ir a Servicios Sociales y me contestaron lo de siempre, que están estudiando el expediente de mi hijo".Tras un sinfín de pruebas, alguien acertó a ponerle apellido a la extraña dolencia que padecía el militar: ataxia cerebelosa, una enfermedad rara, degenerativa, para la que no hay tratamiento. Desde entonces, Lola vive "pegada" a su hijo "como una lapa". "Soy yo quien le da de comer, quien lo lava, quien lo afeita", explica.
Uno de cada dos, si ayudas
El de Jorge no es un caso aislado. El informe de CCOOSistema de atención á dependencia en Galicia revela que Galicia es, junto con Canarias, la comunidad autónoma con mayor número de dependientes. Según este estudio, el 47% de los beneficiarios de las ayudas no las reciben y la brecha entre autonomías sigue en aumento. "En julio de 2008, la situación en Galicia era similar a la media estatal, pero cada año se ha ido incrementando y en mayo pasado alcanzó su máximo".
El sindicato atribuye esta situación a la política de la Xunta del PP por la "falta de personal para tramitar la ley" y por "las carencias de servicios". "El Gobierno central ha duplicado entre 2008 y 2011 las ayudas, sin embargo existen dificultades para conocer el gasto real en dependencia de la Xunta", denuncian.
El Ejecutivo autonómico admite que existen en torno a 18.000 dependientes graves como Jorge a la espera de cobrar su prestación, aunque el Gobierno de Alberto Núñez Feijóo lo atribuye en cambio a la escasa financiación recibida para cubrir el elevado número de solicitudes.
Lola no entiende de competencias entre Administraciones. Solo sabe que la enfermedad que padece Jorge requiere acudir a rehabilitación "todos los días", aunque su hijo sólo va "dos veces en semana y otros tres a la piscina" y es la familia la que corre con todos los gastos. Por si fuera poco, para que Jorge pueda meterse en el agua, la madre tuvo que hacer un cursillo para sumergirse con él, a falta de monitores cualificados.Pensión de 500 euros
"Mientras pueda aguantaré, pero ya tengo 64 años y no puede cargar sola con los 85 kilos que pesa mi hijo". Hasta que los años y los achaques de Lola lo hicieron posible, madre e hijo se desplazaban también en autobús desde Cecebre, una parroquia de Cambre, hasta A Coruña al hospital, pero un día acabaron los dos en el suelo. Desde entonces, la pensión no contributiva de 500 euros que percibe su hijo es todavía más exigua.
"Empezamos a ir en taxi, pero son demasiados gastos, así que mi marido ha tenido que dejar el trabajo y es el que nos lleva de un lado a otro". El resto del tiempo, Lola procura que Jorge se relacione con gente de su edad y le apunta a todos los cursos que organiza la ONG para discapacitados Cogami: "Lo hago por él. Entiendo que para un chico de su edad, pasar todo el día pegado a su madre no es divertido".
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